viernes, 7 de octubre de 2011

Estudios Pixar - El legado de Steve Jobs al cine

Una compra que parecía destinada al fracaso se convirtió en una de las industrias más rentables del cine en los últimos años.

Corría el año 1986 cuando George Lucas, cansado de mantener a esos vagos que sólo hacían cosas para computadora y no daban más que gastos a LucasFilms, vendió Pixar, una pequeña empresa de diseño digital. El comprador fue Steve Jobs, que recientemente había dejado Apple, que puso solo 10 millones de dólares para convertirse en su propietario.

La idea de Jobs, al principio, no era la de hacer películas. De hecho, una obra netamente realizada por computadora era casi una utopía, pero en Pixar conoció a una persona que lo hizo cambiar de opinión: ese hombre era John Lasseter, una de las caras más importantes de los estudios, director de la mayoría de los grandes éxitos de la firma. En esos tiempos, Lasseter realizó algunos cortos animados que lograron un reconocimiento (como Tin Toy, que pueden ver a continuación) bastante importante, pero la empresa era deficitaria. De hecho, vivían de hacer comerciales y cosas por el estilo que le quitaban el tiempo para realizar trabajos creativos. Por eso Jobs, confiando en el potencial de Lasseter, inyectó en Pixar 50 millones de dólares para comenzar con un largometraje original. Esta película fue Toy Story.



Toy Story se presentó en 1995 y costó cerca de 30 millones de dólares. La inversión fue importantísima y arriesgadísima, pero los riesgos a veces dan sus frutos: en su primer fin de semana en cartel, ya había amortizado el presupuesto y, más adelante, llegó a tener una recaudación mundial que superaba los 354 millones de dólares.

Toy Story fue distribuida por Disney, pero el nombre de Pixar aparece también en los créditos por exigencia de Jobs, ya que quería poner la marca en la boca de la gente, que se hable, que Pixar sea reconocida como Jobs creía que se merecía. Por eso, y gracias a Toy Story, hoy Pixar es LA casa de animación, y todas las que surgieron después (la subsidiaria de animación DreamWorks, Illumination Entertainment) le deben la vida a Steve Jobs.

En 1997 Jobs vuelve a Apple, y deja que Pixar se mantenga autónoma, pese a ser el presidente. Allí se produjeron películas (como Buscando a Nemo o Cars) que recaudaron hasta hoy un total más de seis mil millones y medio de dólares, una cifra de la que pocas productoras pueden presumir.

Finalmente, Disney compra Pixar y el mandato va a parar a la casa del ratón Mickey. De todas formas, Jobs siguió siendo uno de los mayores inversores de la productora.